sábado, 21 de agosto de 2010

El lunes tuve una discusión con dos compañeras de mi trabajo, discusión cordial, por supuesto, ¿de que otra manera pueden ser las discusiones entre las mujeres? Bueno no siempre la discusiones entre nosotras son de este tipo, aunque, en la medida de lo posible, trato de llevar mis relaciones con otras mujeres en terminos de cordialidad y, si ellas me lo permiten, relacionarnos sororalamente.

En fin, que mientras tomábamos café estas mujeres, mayores de 30 años las dos y ambas muy guapas, comentaban algunas reglas básicas que toda mujer debe tomar en cuenta a la hora de salir con un hombre:

1. Ellos deben pagar. Si es una salida al cine, deberán correr con el costo de las entradas, las palomitas, los chocolates, refrescos y la cena o el café, esto depende de la cantidad de palomitas ingeridas; si nos invitan a bailar, o a dar la vuelta al jardín (si vives en una ciudad de provincia), tal vez un museo (si es un chico "culto") ellos, los varones, deben ser los paganos (o sea los que apoquinen).

2. Deben tratarte como a una "Princesa", lo que se traduce a: nada de palabrotas, ni de chistes en doble sentido, nada de llegar tarde, ni de andar fachoso (que ellas si que se esmeraron en lucir lindas para el), llegar con un ramo de flores o de perdido una rosa, que te abran la puerta del carro, que cada cinco minutos te digan lo afortunados que se sienten de salir contigo, y la última y no menos importante, siempre que salgas con un hombre y camines con el por las aceras, por ningún motivo andarás junto al arroyo de la calle (cuando era niña y salía con mis hermanos mayores ellos en automático me colocaban en ese lugar, el día que pregunté por qué uno de ellos me contestó "porque las mujeres deben estar siempre protegidas por los hombres, y si tu caminas por el otro lado van a pensar que te estoy ofreciendo". Sin palabras.)

3. Deben tener automóvil, el signo indiscutible de que ese hombre es un triunfador ya que "todo hombre mayor de treinta años que no tenga carro es un fracasado", así lo dijo, con todas sus letras, una de ellas.

No tuvieron oportunidad de continuar enunciando sus reglas porque justo en ese momento recordé que yo nunca he salido con un hombre con automóvil propio. Cuando lo dije en voz alta ellas se quedaron muy serias y sorprendidas. Entonces pensé que a los ojos de ellas yo también era una fracasada pues había salido con perdedores (es decir, con unos Sin Coche). Luego les dije que jamás he tenido una cita en donde el pague todo, bueno una vez pero la verdad me sentí tan incómoda que a la mañana siguiente lo invité a desayunar. Una de ellas en tono francamente molesto me preguntó ¿o sea (es una chica muy fresa), pero si te gusta que te regalen flores? Francamente mortificada por el temor de ser juzgada de poco femenina contesté que si, que las flores eran otra cosa, que me encantaban (omití, por vergüenza, que las flores las he recibido de otras mujeres, amigas, hermanas, de mi mamá, y de un Sin Coche que un día llego a buscarme con un nardo, hermosisimo, que cortó del jardín de un vecino). Después de reprenderme por mi comportamiento poco principesco cada una regresó a sus labores.

Ya en mi escritorio y mientras revisaba algunos correos recordaba la platica y mi reacción de adolescente ante los cuestionamientos de ellas. Automáticamente hice las paces conmigo y con mis desiciones de vida. Claro que sería muy cómodo guardar mi dinero y esperar a que ellos paguen siempre, no lo hice y no lo haré porque, para mi, eso es ceder un poco ese pedacito de libertad que las mujeres hemos logrado al tener autonomía económica; me arrepenti de no decirles lo bien que se siente recibir flores de las otras, de mis iguales, de mis hermanas; del profundo respeto que siento por los hombres que se atreven a vivir de forma diferente, que no se sienten fracasados por no manejar un automóvil propio y por salir con una mujer que paga su parte de la cuenta. No se los dije, se los digo ahora, y las invito a que se atrevan a vivir un sueño diferente en donde sean mujeres autónomas, libres, respuetuosas de su individualidad y alejadas de estereotipos pensados por otros.