Hace poco leì un texto de un extranjero que vivió en mi país, era un escrito bastante crítico sobre la sociedad mexicana. El motivo de su publicación era la muerte del hijo del poeta Javier Sicilia, y en el planteaba que en México permea una especie de discriminación por clase, tuvo que morir el hijo de un poeta famoso para que ciertos grupos intelectuales se agruparan y lanzaran una fuerte protesta sobra la violencia en México. No tengo los argumentos para saber si es cierto y si todas esas personas que se manifestaron abiertamente en contra de la violencia, se manifestaron también cuando fue asesinada la activista Marisela Escobedo, por ejemplo. Sin embargo, me resisto a pensar que en México sea creencia generalizada aquello de lo "que en el rico es gusto, en el pobre es borrachera", creo que todas las personas que se manifestaron lo hicieron con la esperanza de que ocurra un cambio.
Lo que si sé es que en este país tenemos miedo. Este temor que habita en nuestro imaginario social no es de ahorita, es un miedo que tal vez hemos cargado a lo largo de muchas generaciones, se descubre ante nosotras y ellos en situaciones cotidianas. También estoy segura de que muchas mujeres y hombres estan cansados de vivir en el miedo, de tragarse el coraje de ver los abusos de los poderosos, estoy segura de que pueden ser mas elocuentes que muchos que viven de la palabra escrita, ellos y ellas viven a diario el coraje, la frustración. Cuando veo las manifestaciones de rabia y dolor de los padres y madres que han experimentado la perdida brulal de sus hijos, me siento profundamente conmocionada y pienso, no tienen nada mas que perder porque todo les ha sido arrebatado, ellos han perdido el miedo. ¿Tenedremos que sufrir una perdida tan devastadora para decidirnos a hacer algo?
Mundo Chela
lunes, 11 de abril de 2011
miércoles, 12 de enero de 2011
jueves, 25 de noviembre de 2010
martes, 23 de noviembre de 2010
Según Wikipedia el ESNOB “es una persona que imita con afectación las maneras, opiniones, etc., de aquellos a quienes considera distinguidos o de clase social alta; para aparentar ser igual que ellos. Su plural es «esnobs». Deseosos de pertenecer a la élite, los esnobs tienden a reproducir el comportamiento de una clase social o intelectual la cual consideran superior. Muchas veces, imitan las características de esta clase, ya sea de lenguaje, los gustos, modas y estilos de vida. Al mismo tiempo, tratan con desprecio a los que consideran inferiores”.
En una época de tantas carencias, de tanto dolor provocado por la pobreza deberíamos de tratar de ser menos snobs y más solidarios.
En una época de tantas carencias, de tanto dolor provocado por la pobreza deberíamos de tratar de ser menos snobs y más solidarios.
lunes, 1 de noviembre de 2010
Día de muertos en Aguascalientes.
Aquí, como en todos los lugares de México, celebramos el día de muertos de la misma forma: visitas al panteón; desayuno, comida y cena en la tumba; músca para agasajar al difunto o difunta; flores naranjas o amarillas; calaveras de dulce, barro o papel maché; frutas de la temporada; dulces de leche, visnaga, chilacayota y camote cristalizados en azucar; altares de muerto.
Muchos creemos que los muertos no se van, que están aquí en las palabras que aprendimos de ellos, los chistes que alguna vez nos contaron, en la forma de preparar la comida, en cómo caminamos. Los muertos viven a través de nosotros y por eso hay que festejarles y agradecerles la vida heredada.
Muchos creemos que los muertos no se van, que están aquí en las palabras que aprendimos de ellos, los chistes que alguna vez nos contaron, en la forma de preparar la comida, en cómo caminamos. Los muertos viven a través de nosotros y por eso hay que festejarles y agradecerles la vida heredada.
lunes, 25 de octubre de 2010
En mi ciudad hay mucha pobreza.
Primero está la pobreza material, desgarradora, triste, frustrante para quien la vive y para quien la observa (no todos), esta pobreza huele a humo de ladrilleras, tiene la fetidez del drenaje mal colocado, huele a perros que mueren flacos en la orilla de la carretera. Cuando los ventarrones llegan, el olor se va y sin la distracción del olor se observan, mejor, las evidencias del olvido, montones de escombro por todas partes, basura, polvo (no sé en otros lugares, pero aquí la constante de la pobreza es el polvo) casas sin terminar, automóviles chatarra, niños descalzos con ojos llorosos y enrojecidos e hijos de otros niños, mujeres tristes que envejecen rápidamente y a los 40 años ya son consideradas viejas e inservibles, abuelos prematuros. El escenario es fácilmente ubicable, aquí todos sabemos a dónde ir si queremos verlo, olerlo, sentirlo.
Luego está la pobreza de espíritu, indefinible, inmedible, sin limitaciones espaciales, pero está ahí, se refleja claramente en nuestra falta de capacidad para decir las cosas de frente, sin miedo, sin expectativas, sólo por el deber ético de decir lo que pensamos y defender lo que creemos. Esta manifestación de la pobreza, se encuentra en todos los niveles, y es quizá la más peligrosa, la que más daña.
Primero está la pobreza material, desgarradora, triste, frustrante para quien la vive y para quien la observa (no todos), esta pobreza huele a humo de ladrilleras, tiene la fetidez del drenaje mal colocado, huele a perros que mueren flacos en la orilla de la carretera. Cuando los ventarrones llegan, el olor se va y sin la distracción del olor se observan, mejor, las evidencias del olvido, montones de escombro por todas partes, basura, polvo (no sé en otros lugares, pero aquí la constante de la pobreza es el polvo) casas sin terminar, automóviles chatarra, niños descalzos con ojos llorosos y enrojecidos e hijos de otros niños, mujeres tristes que envejecen rápidamente y a los 40 años ya son consideradas viejas e inservibles, abuelos prematuros. El escenario es fácilmente ubicable, aquí todos sabemos a dónde ir si queremos verlo, olerlo, sentirlo.
Luego está la pobreza de espíritu, indefinible, inmedible, sin limitaciones espaciales, pero está ahí, se refleja claramente en nuestra falta de capacidad para decir las cosas de frente, sin miedo, sin expectativas, sólo por el deber ético de decir lo que pensamos y defender lo que creemos. Esta manifestación de la pobreza, se encuentra en todos los niveles, y es quizá la más peligrosa, la que más daña.
lunes, 20 de septiembre de 2010
Ya paso la fiesta por la Independencia y el tan llevado y traído bicentenario, mucho se dijo sobre la forma en cómo se iba a festejear, que si el gobierno se vió muy pichicato, desorganizado y poco visionario en su propuesta para celebrar; otros, los que de a tiro han perdido la esperanza, soltaron toda la hiel y se preguntaban con qué objeto festejamos en este país cada vez más pobre, violento y desigual; otros, de plano, no comentaron nada.
Pues si hubo fiesta, misma que terminó en una especie de bacanal generalizada. En la reducida manzana donde vivo hubo de todo, desde una señora que decidió "reponerse" de la borrachera en el arroyo de la calle y ahí sin más se tiró a echar un coyotito; más adelante, en un edificio vecino, una fiesta, esa si una orgía en toda la extensión de la palabra, donde un par de señores se daban amor frente a un eufórico público que celebraba cada beso y embestida con las ventanas bien abiertas y a la vista de todos; bolitas de adolescentes en las esquinas que terminaban la fiesta a gritos emulando el "viva México" del gobernador; automóviles que pasaban a muy alta velocidad y a veces en sentido contrario.
De que hubo fiesta, la hubo, ruidosa, con mucho licor de por medio, más de diez minutos de pirotécnia, harta seguridad y gente "mitotera" que venció el miedo y se fue a dar el Grito a la plaza de armas. Aguascalientes y sus más de 600 mil habitantes teníamos ganas de festejar, aunque la verdad no sabíamos muy bien qué, ni por qué y sobre todo no sabíamos para qué. Pero festejamos que chi..., y nos pusimos bien borrachotes, y el tequila inundó las calles de la ciudad, y hubo orgías y señoras que decidieron dormir en el arroyo de la calle y niños y niñas con caritas pintadas con los colores patrios, y padres y madres que trataban que sus hijos no conozcan, todavía, tanta violencia, desigualdad, pobreza, tanta miseria.
Pues si hubo fiesta, misma que terminó en una especie de bacanal generalizada. En la reducida manzana donde vivo hubo de todo, desde una señora que decidió "reponerse" de la borrachera en el arroyo de la calle y ahí sin más se tiró a echar un coyotito; más adelante, en un edificio vecino, una fiesta, esa si una orgía en toda la extensión de la palabra, donde un par de señores se daban amor frente a un eufórico público que celebraba cada beso y embestida con las ventanas bien abiertas y a la vista de todos; bolitas de adolescentes en las esquinas que terminaban la fiesta a gritos emulando el "viva México" del gobernador; automóviles que pasaban a muy alta velocidad y a veces en sentido contrario.
De que hubo fiesta, la hubo, ruidosa, con mucho licor de por medio, más de diez minutos de pirotécnia, harta seguridad y gente "mitotera" que venció el miedo y se fue a dar el Grito a la plaza de armas. Aguascalientes y sus más de 600 mil habitantes teníamos ganas de festejar, aunque la verdad no sabíamos muy bien qué, ni por qué y sobre todo no sabíamos para qué. Pero festejamos que chi..., y nos pusimos bien borrachotes, y el tequila inundó las calles de la ciudad, y hubo orgías y señoras que decidieron dormir en el arroyo de la calle y niños y niñas con caritas pintadas con los colores patrios, y padres y madres que trataban que sus hijos no conozcan, todavía, tanta violencia, desigualdad, pobreza, tanta miseria.
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